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  • Foto del escritorJohn Carrillo Diaz

El Sexteto, patrimonio musical vivo del Caribe colombiano

Actualizado: hace 2 horas

Los llamados grupos de Sexteto, son agrupaciones tradicionales que ejecutan una variedad de sones, herencia de la fusión de los aportes del Changüí cubano y los bailes cantados afrocolombianos, dado entre las décadas de los años 20 y años 50 del Siglo XX, interpretación que se hace con el uso de una marímbula, bongoes, claves, maracas, y según la región guitarra, güiro, tumbadora y tablillas (Ríos & Stevenson, 2006) según señala una de las pocas investigaciones existentes sobre este tipo de manifestación musical, Sextetos Afrocolombianos, publicado por La Editorial La Iguana Ciega de Barranquilla.


Es poco lo que hay sobre este fenómeno de los sones de marímbula o la música de los Sextetos, y es mucho lo que falta por saber e investigar. En la actualidad, desde Zapzurro en la frontera con Panamá hasta la zona del Magdalena, se pueden contar los grupos aún existentes, y que además continúen haciendo uso de la insigne marimbula entre su instrumentación.


Grupo de Sexteto en Los Córdobas. Foto Archivo Colectivo Memorias Sonoras
Encuentro con el grupo de Sexteto El Cordobés y Nicolás Saenz de Puerto Escondido, e Iván López de Montería.

En su mayoría, son grupos compuestos por adultos mayores sobrevivientes de aquella época en que existían bailes de sextetos entre los campesinos del Caribe colombiano, una época anterior al fluido eléctrico y al pikó, principalmente en las zonas rurales del Magdalena, Bolívar, Sucre, Córdoba y el Urabá (antioqueño y chocoano).


¿Es importante evitar que desaparezcan estos sones de marímbula? ¿Por qué es importante? Primero habría que preguntarse si esta manifestación musical puede ser denominada Patrimonio Cultural Inmaterial de un grupo poblacional, y qué características identitarias tiene, que lo haga especial.


La Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial de Unesco del año 2003, indica en su Artículo 2 que “Se entiende por “patrimonio cultural inmaterial” los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana.” (Organización de las Naciones Unidas para la Educación, 2003)


Este formato sonoro producto de la fusión de sonidos cubanos, como el Nengón, el Changüí y el Son, con los cantos afrodescendientes del Caribe colombiano, empezó a popularizarse con los grupos de Sexteto y sus sones de marímbula, amenizando fiestas populares campesinas del Siglo XX, y en algunos centros urbanos, de donde desapareció sin dejar rastro.

Grupo de sexteto en Los Córdobas. Foto Archivo Colectivo Memorias Sonoras.
Iván López con las maracas, y Nicolás Sáenz en la marímbula.

A partir de la década de 1930 la música de Sexteto, junto a los grupos de bullerengue, empieza a extenderse por el Caribe colombiano, teniendo en cuenta que el primer grupo de Sexteto de Marímbula nacido en Colombia fue en la población de San Basilio de Palenque, y que casi de inmediato comenzaron a nacer grupos de Sextetos en las demás poblaciones, y estos músicos llevaban su sexteto en sus migraciones en busca de trabajo hacia otras regiones también campesinas, como señala la investigación “Sexteto afrocolombianos” (Ríos & Stevenson, 2006). No había un velorio bailable de la época que no fuera amenizado por un conjunto de Sexteto, los cuales comenzaron a perder su apogeo ante la llegada del “picó” y el servicio de energía eléctrica a las poblaciones rurales.


“El pick up cumplía con las demandas y necesidades de las gentes pobres, y era un aparato funcional que hacía de orquesta en los sectores populares en reemplazo de los sextetos de marímbulas que surgen a finales de los años 20 en Cartagena en las barriadas marginales de la vieja ciudad.” (Muñoz Velez, La música popular: bailes y estigmas sociales., 2003)


En la actualidad los grupos sobrevivientes, como el caso del Sexteto Estrellas del Silencio, El Cordobés o los Soneros del Caribe, identifican estos cantos como parte de la tradición de sus comunidades de Puerto Escondido, Los Córdobas y San Juan de Urabá respectivamente y manifiestan la importancia de “salvar” este tipo de música, que para ellos hace parte de su identidad.

Foto del marimbulero de Los Córdobas, del archivo del Colectivo Memorias Sonoras
Felix Silgado, marimbulero Sexteto El Cordobés - Los Córdobas.

La música de los grupos de sexteto, aunque presentan pequeñas variaciones de una región a otra, cuenta con un cuerpo de canciones que hermana los grupos y que ponen en evidencia los rastros de difusión y migración de esta manifestación que entró a hacer parte de los saberes tradicionales trasmitidos oralmente. Y es de esta forma como han subsistido hasta ahora, puesto que son escasas las investigaciones hechas al respecto, que permitan indagar con mayor profundidad acerca del impacto de estas agrupaciones en las fiestas campesinas, o anotaciones musicales que permitan preservar este ritmo tradicional colombiano.


Además del cuerpo de canciones que provienen algunos de temas cubanos como Pegadita de los hombres, Malanga, Rosa, Mentira Salomé, Bruca manigua, o puertorriqueños, como A ti nada más y Cortaron a Helena, o temas afrocolombianos heredados de los bailes cantados y cantos responsoriales palenqueros, como Micaria, Reina de Los Jardines. Los grupos de Sexteto también cuentan entre su instrumentación con elementos de la tradición, como las maracas y bongós, o la clave y la marímbula que llegaron de las Antillas y se establecieron en ese tipo de sones.

En la actualidad en Colombia, la Marímbula sólo es usada por los grupos de Sexteto, no hay ningún otro ritmo o aire musical colombiano que haga uso de ella, lo que la hace exclusiva de esta manifestación, y cuyo riesgo de pérdida podría también significar la muerte de la marímbula en la música colombiana. Este instrumento, aunque nos llegó a través de Cuba, es usado en varias islas de las Antillas, y dependiendo su origen varía en su forma o en el número de flejes metálicos que posee.

Grupo de marímbula de Los Córdobas. Foto archivos del Colectivo Memorias Sonoras.
Grupo de Sexteto El Cordobés, del municipio de Los Córdobas.

En el caso del Sexteto El Cordobés del municipio de Los Córdobas, cuenta con una marímbula de 11 flejes al estilo de las marímbulas de Yateras, (Conspiracy, 2021) Guantánamo - Cuba; mientras que la del Sexteto Estrellas del Silencio, del municipio de Puerto Escondido, cuenta con 4 flejes, similar a las de origen haitiano y también usadas en los grupos de Nengón y Kiribá de Baracoa (Landau, 2015), Guantánamo – Cuba. Los demás grupos varían sus marímbula de entre 5 y 7 flejes, como lo son Sexteto Tabalá de San Basilio de Palenque o el Sexteto Revivir del municipio de Arboletes, entre otros.


La investigación publicada por Enrique Luis Muñoz Pérez, “Sexteto de marímbula en el Caribe colombiano”, pone en evidencia la extraña circunstancia que rodea la invisibilización de los grupos de Sexteto, de cómo en la actualidad se desconoce acerca de los procesos que esta música vivió ante la falta de investigaciones hechas, de la omisión de los investigadores del folclor al registrar la existencia de estos grupos en la zona urbana de la Cartagena de la época, que según señala en la investigación, la tradición oral aún recuerda los grupos existentes en los años 40, 50 y 60 en la zona de Getsemaní, San Diego y demás barrios cartageneros con fuerte influencia afro. (Muñoz Velez, Sexteto de marímbula en el Caribe colombiano, 2006)


¿Cómo reconocer la Patrimonialidad de un ritmo del que no hay registros históricos, estudios, ni popularización, más allá de la memoria colectiva y de la tradición oral de comunidades que cada vez lo recuerdan menos?


La invisibilización o desconocimiento del Sexteto es una realidad palpable. Para poner un ejemplo, el tema “Rosa que linda eres” que en Colombia tiene una historia polémica. Aunque se dice que fue compuesto por Magín Díaz, fue grabado por primera vez en Colombia y registrado a nombre de Irene Martínez, a ritmo de bullerengue durante los años 80. El tema fue grabado por Joe Arroyo en un mosaico homenaje a Irene Martínez, y posteriormente Carlos Vives en la Tierra del Olvido, a ritmo de Cumbia y Totó la Momposina a ritmo de bullerengue Fandango. Se grabó el disco “Magín Díaz y el Sexteto Gamerano” en 2015 donde por primera vez se canta el tema Rosa en la voz de Magín, a ritmo de Son, pero sin marímbula.


Ante los reconocimientos que alcanzó este trabajo hecho por Magín Díaz, a los 90 años de edad, con la colaboración de varios artistas nacionales se editó el trabajo “El Orisha de la Rosa”, para el cual se seleccionó parte del repertorio del músico de Gamero. Entre los temas grabados se encuentran “Me amarás” en colaboración con Monsieur Perine con unos grandes arreglos en los que no deja de lado el sonido de la clave cubana y el del bajo que recuerda la marímbula. También se encuentra Rosa, que se grabó en colaboración con Carlos Vives y Totó la Momposina, en este tema también se siente la fuerte influencia sextetera de la que se alimentó Magín Díaz, acompañado de los sonidos de una marímbula. Sin embargo, la tecnología nos ayuda a rastrear la investigación por fuera de nuestra influencia geográfica con más facilidad, y en youtube es posible encontrarse una versión de Rosa, la cual me atrevo a afirmar que es la original incluso primero que la de Magín, interpretada por el Sexteto Habanero en 1927, fecha durante la cual Magín tendría solo 5 años de edad.


“Gerardo Martínez compuso un son, basado en la lírica y matriz rítmica ternaria afrohispánica… Rosa … para el Sexteto Habanero a ritmo de Son a 4/4 en un compás binario. Luis Magín Díaz en Gamero (Colombia) diría a la prensa que a sus 14 años, esto es, 1933, conoció a una muchacha llamada Rosa que venía del Magdalena y le compuso una canción en su honor. (Contreras Hernández , 2018)


A la izquierda la marímbula del Grupo de Sexteto Soneros del Caribe de San Juan de Urabá. En la foto de la derecha: José Dolores Rodríguez Cantante y líder, y Jerónimo de la Rosa, maraquero, del Sexteto del municipio de San Juan.


Esto confirma una vez más la influencia de los Sextetos Cubanos en los Sextetos Colombianos de la época, tradición que, aunque ha ido mermando, se ha resguardado hasta la época en los pocos grupos existentes. Las variaciones de esos cantos han sobrevivido al tiempo gracias a la transmisión oral generada en el intercambio entre músicos durante las fiestas o los encuentros en los festivales.


Magín Díaz se hizo famoso como el Orisha de la Rosa, lo cual le mereció una nominación a los Premios Grammy Latino. Este músico Gamerano fue a los 95 años a Las Vegas Estados Unidos a recibir un premio que simbólicamente estaba reconociéndole su aporte a la música colombiana y todos sus años de entrega al folclor del Caribe colombiano como lo han hecho los otros juglares. Por esas circunstancias después de haber pasado toda su vida en Gamero Bolívar, casi 100 años, la muerte le llegó estando fuera del país, y quienes nunca habían oído hablar de Magín lo vieron por primera vez. Identificaron sus temas más populares, pero nunca se dijo que era uno de las grandes figuras de la música de los Sextetos, de hecho, nunca se mencionó si quiera la palabra Sexteto ni marímbula en las referencias hechas a su trayectoria.


Grupo de Sexteto del corregimiento El Silencio del municipio de Puerto Escondido año 2012. Foto archivo de Fundación Úvendor
Grupo de Sexteto Estrellas del Silencio de Puerto Escondido, con su marímbula listos para el baile. Año 2012.

En 1998 el Sexteto Tabalá de San Basilio de Palenque graba su primer trabajo musical con el apoyo de una disquera francesa, disco que no se conoció popularmente en Colombia. Totó la Momposina también incluyó sones de Sexteto tradicionales como Pacantó, la Sombra Negra, Chichí Maní, entre otros más que también encontramos en el repertorio Palenquero. Los dos primeros discos de esta cantante de música tradicional colombiana fueron grabados en París y Londres. El Sexteto El Cordobés de Los Córdobas también realizó un trabajo de estudio en el 2010, con el apoyo de la Administración municipal de ese entonces, registrando temas del repertorio cubano como Mentira Salomé, Pachito cumbé y Sarandonga, y otros de autoría propia como Homenaje a la vida y Suéname el Bongó Manuel.


Aunque Totó es ampliamente reconocida por su trabajo, la grabación de los temas sexteteros no trascendieron, al igual que los pertenecientes a Tabalá o a El Cordobés. En Colombia su difusión se dio entre un público muy específico con intereses especiales en este tipo de música. Incluso, muchos que conocen a Tabalá se llevan la impresión que son únicos en nuestro país, dado el desconocimiento y la poca visibilización de las demás agrupaciones de sones de marímbula.


Grupo de Sexteto Estrellas del Silencio. Foto Archivo Fundación Úvendor
Grupo de Sexteto Estrellas del Silencio, en una baile en zona rural de Puerto Escondido.

Además de la transmisión oral espontánea como fuente de transmisión de los saberes tradicionales, es de suma importancia la formalización de procesos de formación para la salvaguardia de la manifestación. Es evidente en la conformación de los grupos y a partir de testimonios de los músicos, como Juan Francisco Torres Torres, marimbulero y fundador del Sexteto Estrellas del Silencio en 1952, que hay un hueco generacional entre los Sexteteros aún vivos y las nuevas generaciones, en donde los hijos y nietos no demostraron interés en aprender un ritmo que no era competencia para las nuevas sonoridades que el picó y las emisoras estaban popularizando.


Actualmente los procesos de formación liderados por las Casas de la Cultura en el caso del Urabá, o por iniciativas particulares, en el caso de El Silencio Puerto Escondido, o San Basilio de Palenque, ha permitido garantizar relevos generacionales manteniendo vigente los grupos aún existentes, por el momento, ya que los procesos con excepción de Palenque, no cuentan con protección institucional.


El hecho que aún hoy podamos hablar de Sexteto es gracias a esos grupos que han luchado por no desaparecer, integrados aún por campesinos que rememoran con añoranza las fiestas en donde estos sones amenizaban los bailes populares. Esas pequeñas comunidades en donde aún subsisten, aunque ya no hacen los tradicionales bailes y el grupo no cuenta con la misma vigencia de antes, siguen identificando la música de los sextetos como parte de su tradición e identidad evidenciando que aún se conserva en la memoria. La ausencia de gestores y políticas culturales en los territorios dedicadas a esta manifestación, no ha ayudado a fortalecer este proceso.

Marímbula de 4 flejes, usada por los grupos de sexteto del Sinú.
Marímbula de 4 flejes usada por el Sexteto Son del Amanecer, cuando interpreta los Sones del grupo de Sexteto Estrellas del Silencio.

Aunque no se le haya hecho un reconocimiento oficial, y los grupos y músicos que han hecho parte de este fenómeno sigan invisibles y anónimos a nivel nacional, los sones de los sextetos son parte de nuestra tradición musical y folclórica, como miembros que somos de la Cultura Caribe. Hay un saber aún vivo en la construcción de los instrumentos, sobre todo de la marímbula que no se pueden encontrar en las tiendas de música, son fabricadas por carpinteros de los pueblos donde residen, o en algunos casos por miembros del grupo.


Cómo se dijo anteriormente, la marímbula en Colombia sólo se usa en la región Caribe por parte de los grupos de Sexteto, mientras que en Cuba se usa para el Nengón (Landau, 2015) y Changüí (Conspiracy, 2021) en la zona de Guantánamo, en República Dominicana se usa para interpretar los merengues tradicionales o perico ripiao (Balbuena), en el Konpa Haitiano (D'Haiti), el Mento Jamaiquino (Boys), el Son Jarocho en el Yucatán Mexicano (Hernandez), por mencionar los sitios conocidos, lugares interconectados por el mar Caribe y que dialogan entre sí a través de este instrumento laminófono y pulsativo proveniente del continente africano.


Las comunidades donde en una época pasada reinaron los sones de marímbula, han gestado a lo largo de estos últimos 20 años los llamados encuentros de Sexteto que se han realizado en San Juan de Urabá, El Silencio – Puerto Escondido, Los Córdobas, que han sido bastante distantes en el tiempo al no hacer parte de la política cultural de ninguno de los municipios en donde existe el grupo. Excepto, cada año en el marco del Festival Nacional del Burro de San Antero, en dónde los lunes de Semana Santa invitan a dos grupos de Sexteto a participar junto a otros grupos de bullerengue, además de la participación activa de la marímbula y el Sexteto en las actividades festivas y mortuorias de San Basilio de Palenque.

Foto de la marímbula de San Antero. Archivo de John Carrillo Díaz
Domingo Hernández del Sexteto Arturo Hernández de San Antero.

Es innegable la resiliencia de esta manifestación musical al lograr subsistir teniéndolo todo en contra, y no alcanzar dentro del mismo Caribe colombiano los reconocimientos de otros bailes cantados como el Bullerengue, la Cumbia, el Porro, la Tambora, entre otros. En el departamento de Córdoba en especial, se conserva gracias al Sexteto El Cordobés del municipio de Los Córdobas, Sexteto Estrellas del Silencio del municipio de Puerto Escondido, Sexteto Sikelele del municipio de Moñitos, Sexteto Arturo Hernández del municipio de San Antero. El municipio de San Bernardo del Viento, para completar los 5 que integran la zona costanera de Córdoba, tuvo 3 sobrevivientes de su último grupo de Sexteto hasta el año 2014 en el corregimiento de Paso Nuevo.

Foto de la marímbula de San Antero. Archivo fotográfico de John Carrillo Díaz
Marímbula del Sexteto Arturo Hernández, municipio de San Antero

Urabá aún mantiene activos y en contacto con los grupos de marímbula de Córdoba, los grupos del municipio de San Juan de Urabá Sexteto Soneros del Caribe, y del municipio de Arboletes Sexteto Revivir.


Otros municipios como Turbo, Chigorodó también tuvieron alguna vez sus Sextetos, pero ante el declive y la muerte de sus integrantes los sobrevivientes integraron posteriormente grupos de bullerengue. Otros grupos existentes datados como el Sexteto de Murindó, de Antioquia, integrado por adultos mayores, han hecho registro sonoro de sus temas, que fue compartido temporalmente por la plataforma Spotyfy. En Sapzurro existió un proceso de formación y recuperación del Sexteto (Reserva Natural Takarkuna), sin embargo, no sigue vigente, debido a que el marimbulero enfermó y se trasladó a la ciudad de Cartagena, llevándose la marímbula consigo.


Hacia la región de Bolívar el más conocido son los Sextetos de San Basilio de Palenque como Tabalá y los Hijos de Benko, y el Sexteto Son de Negro de la ribera del Canal del Dique, con los cuales tampoco existen contactos con los grupos de Córdoba y Urabá.


Estos sones de marímbula representan un sentir, una época y una manifestación cultural que se resiste al olvido, a la espera de acciones concretas por parte de los portadores del conocimiento, de los investigadores, etnógrafos y etnomusicólogos. De unas políticas públicas que aporten al reconocimiento y preservación de esta variante de la música afrocaribeña, y que en cada población donde aún vive, adquirió matices que al mismo tiempo los diferencia entre sí, generando variantes como la identificada en el corregimiento de El Silencio en el municipio de Puerto Escondido, que si bien es de fuerte influencia afro, su zona rural fue colonizada por migrantes mestizos del Valle del Sinú quienes aportaron su sonoridad marcadamente indígena. Este grupo además, es el último de una serie de Sextetos que amenizaban las fiestas en la zona rural de la margen izquierda del río Sinú. Último rastro vivo de la presencia de la marímbula en el Valle del Sinú. (Fundación Úvendor, 2015)

Grupo de Sexteto del municipio de Montería. Foto Archivo Ubuntu Producciones.
Grupo de Sexteto Son del Amanecer en la ciudad de Montería. Bongó, Claves y marímbula.

La música de Sexteto es un legado de las comunidades campesinas del Caribe, que ha subsistido al día de hoy gracias a la transmisión de saberes de quienes aún portan esta manifestación, evidenciando de esta manera la necesidad de preservación por parte de ellas. Es además evidencia de una historia de transculturación, que nos hermana con todo el Caribe y las Antillas, específicamente por tener la Marímbula como instrumento principal e identitario de estos grupos, demostrando además la fuerte herencia afro presente en estos sones.

Grupo de marímbula del municipio de Montería. Archivo Fotográfico Fundación Úvendor
Grupo de Sexteto Son del Amanecer de Montería, en ensayo.

Es parte de una historia, de fiestas y bailes campesinos alrededor de los sones de marímbula. En bautizos de casas y velorios bailables, (Fundación Úvendor, 2015) como indicó Juan Francisco Torres del Sexteto Estrellas del Silencio, quien amenizó más de una de esas fiestas con su grupo, en los pueblos de esa ruralidad profunda del Caribe Colombiano. Hoy en día el grupo de Sexteto Son del Amanecer, integrado por un colectivo de artistas y gestores culturales de la ciudad de Montería, trabajar por preservar ese legado de seguir manteniendo los sones de marímbula vivos en el Sinú, no dejando morir la tradición conservada en el corregimiento de El Silencio.



El Sexteto hace parte de nuestro patrimonio musical, y pese a las dificultades y vicisitudes, se mantiene vivo en pequeños grupos, nichos o comunidades, campesinas, rurales y urbanas, quienes día tras día entonan los cantos del repertorio sextetero; y una o doces veces a la semana, o quincenal o mensual,  se reúnen a compartir con los amigos alrededor de los sones o con otras comunidades, cuando ocurre el “milagro” de que los tengan en cuenta para un evento.

Grupo de Sexteto Son del Amanecer de la ciudad de Montería, con el Colectivo Memorias Sonoras y el Maestro Leopoldo Novoa, músico, Luthier y marimbulero de Veracruz, México. 


Referencias

Balbuena, J. (s.f.). youtube. Obtenido de https://www.youtube.com/watch?v=MgeehI-jxY4

Boys, T. J. (s.f.). youtube. Obtenido de https://www.youtube.com/watch?v=0IONzaYNrig

Conspiracy, I. T. (01 de 04 de 2021). Youtube. Obtenido de https://www.youtube.com/watch?v=mly-_4mpots

Contreras Hernández , N. R. (2018). Gerado Martínez y Magín Díaz: la conexión africana de la Rosa. Son y Sexteto: simbolo (s) musical (es) de identidad e interculturalidad afrocaribeña, 162 - 172.

D'Haiti, T. (s.f.). Youtube. Obtenido de https://www.youtube.com/watch?v=WLhMFVxWxOs

Fundación Úvendor. (2015). El Sexteto del Silencio. Montería: Fundación Úvendor.

Hernandez, B. (s.f.). Youtube. Obtenido de https://www.youtube.com/watch?v=xFxDh6G98M8

Landau, G. (20 de 12 de 2015). Youtube. Obtenido de https://www.youtube.com/watch?v=QhzdHveiH2c

Muñoz Velez, E. L. (2003). La música popular: bailes y estigmas sociales. Huellas, 67 y 68, 114.

Muñoz Velez, E. L. (2006). Sexteto de marímbula en el Caribe colombiano. Artesanías de América(61), 120.

Organización de las Naciones Unidas para la Educación. (2003). Convensión para la salvaguardia del Patrimonio Cultural Nmaterial. París: Unesco.

Reserva Natural Takarkuna. (s.f.). youtube. Obtenido de https://www.youtube.com/watch?v=A61Y8EVJOCk&t=40s

Ríos, C., & Stevenson, A. (2006). Sextetos Afrocolombianos. (S. Minski, Ed.) Barranquilla, Colombia: La Iguana Ciego.

Sexteto El Cordobés. (s.f.). youtube. Obtenido de https://www.youtube.com/channel/UCR0Slq0Y7Hf3SYazOesdw4Q

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